En su columna, el analista Fabián Onetti sostiene que Argentina está al borde de una transformación energética comparable al impacto que tuvo la expansión del ferrocarril en el siglo XIX, cuando posibilitó el desarrollo de las exportaciones de granos y carnes hacia Europa.
El eje de este nuevo impulso es el gas procedente de Vaca Muerta. Argentina posee algunas de las mayores reservas del mundo, y con la inversión adecuada podría potenciar una red de exportaciones sostenidas que impulse notablemente el PBI nacional. Según el autor, este escenario abriría una oportunidad para consolidar al país como exportador global de energía.
La analogía histórica es clara: así como en su momento los trenes conectaron el interior y permitieron que la Argentina exportara materias primas en volumen, ahora el gas podría funcionar como motor del crecimiento económico, diversificando la matriz productiva y fortaleciendo la balanza comercial.
Onetti destaca además que este salto no es meramente técnico, sino estratégico: apunta a llevar el país a mayores niveles de desarrollo y a generar estabilidad de largo plazo. Así, las exportaciones de gas licuado consolidarían una nueva etapa de prosperidad que impactaría a diversas regiones, sectores e industrias.